MI VIDA EN UN TABLÓN
Mi vida en un tablón de corcho
Podría decirse que
mi vida entera cabe en un tablón de corcho colgado en la pared de mi
habitación.
La idea surgió
cuando me independicé y dejé de vivir en casa de mis padres. Me apetecía tener
en la pared de mi despacho un tablón. Para ir colgando retos y propósitos que
me motivaran a seguir luchando por mis metas y por mis sueños. Lo sé, suena muy
cursi y casi infantil, pero yo soy así, no puedo evitarlo.
No pensé que al final
aquello se convertiría en un montón de recuerdos. No pensé que al final sería
como ver mi vida en un tablón.
Frases inspiradoras
Lo primero eran mis
retos, mis propósitos. Colgarlos en post-it bien grandes y visibles. Enumerar
lo que quería conseguir a corto y largo plazo. Quería tenerlo delante y no
olvidarlo con la rutina diaria del trabajo y de las obligaciones. Para no
olvidar quién soy en realidad. No soy mucho de frases inspiradoras, pero
algunas he de reconocer que me motivan a avanzar. Y las que más me inspiraban
eran las creadas por grandes genios: cineastas, actores, filósofos…Y por qué no
decirlo, algunas frases que yo misma inventaba. Por imaginación que no quede.
Momentos únicos
Después de las frases, empecé a colgar fotos de momentos importantes para
mí. Una carcajada en una fiesta de empresa, un beso fugaz, el mar de fondo en
un viaje especial…Y a las fotos, fueron uniéndose entradas de eventos que me
marcaron de algún modo. Desde obras de teatro, balnearios, exposiciones,
restaurantes temáticos, conciertos.
Tampoco podía faltar el primer dibujo del cole de mi sobrina pequeña, la
invitación a la presentación del primer libro de mi pareja, un pequeño colgante
que simboliza la paz en la cultura del yoga… Pequeños trozos de mi vida en un tablón,
en un pequeño cuadro en la pared.
Mi tablón de los recuerdos
Dediqué un espacio
especial al cine. Porque siempre ha estado, está y estará presente en mi vida.
Colgando sobre el tablón, en un rincón especial, se pueden ver solo entradas de cine. De tantas y tantas
películas con las que disfruté sentada en la cómoda butaca, con las luces
apagadas y la piel de gallina…
En definitiva, queda
visto y comprobado que mi vida cabe en un tablón de corcho. Cargado de
recuerdos y de pequeños momentos de felicidad completa que jamás quiero
olvidar.
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