EMPRENDER ES DE VALIENTES
Emprender es de valientes. No
es una frase hecha.
Estoy transitando por un camino desconocido para
mí hasta ahora. Por un camino lleno de obstáculos pero con una mochila repleta
de ilusión y de ganas. Pensé que con eso iba a ser suficiente pero debo ser
realista y reconocer que no lo es. Es un
comienzo pero nada más. Lo difícil es mantener esa mochila cargada sin que se
vacíe durante todo el proceso y a veces las curvas son muy cerradas y la luz se
ve muy tenue al final del túnel. Emprender es de valientes. Y de soñadores.
Y no es tan idílico como lo había planteado en mi cabeza en la línea de salida.
Lo dicho, emprender es de valientes. Lo había
escuchado muchas veces y pensaba que era una exageración, pero más bien al
contrario. Es una afirmación que se queda corta ante la realidad. El origen de
mi atrevimiento y de mi aventura fue a raíz de un curso sobre el emprendimiento
enfocado a la mujer. Antes de empezar las clases no sabía todo lo que iba a
descubrir y a despertarse en mí. Antes de empezar, no creí que acabaría poniendo
en práctica y materializando lo que para mí era un sueño. Yo siempre he creído
en la formación para
avanzar, para desarrollarme personal y profesionalmente. He realizado miles de
cursos y he aprendido siempre algo de todos y cada uno de ellos.Pero lo que no
esperaba con este curso era el feedback de la gente al proyectar en público mis
ideas sobre una hipotética empresa.
Y mucho menos esperaba que mi futuro e idílico
negocio fuera a tener acogida entre mis compañeras y mis tutores del curso. Que
me hicieran entender que era algo necesario en la sociedad en la que vivimos,
que no solo tenía por qué ser un sueño. Y que además, lo tenía mucho más
desarrollado y planteado de lo que yo creía. Solo faltaba enfocarlo, un
empujoncito para abrirme los ojos. Al final del curso, fui seleccionada con
otra compañera para presentar mi idea en sociedad. En un Networking ante varias
empresas que no me conocían de nada y que me darían su opinión objetiva. Era
todo demasiado alentador como para dejarlo pasar. Era mi oportunidad. Y todo lo
que me llevé de aquella experiencia fue más que positivo.
La incertidumbre como compañera
No me arrepiento de la decisión. Todavía queda
mucho camino por delante, pero consigo atisbar una pequeña luz al final del
túnel. Después de tanto aprendizaje, he comprendido que la incertidumbre sigue
y seguirá siempre, será otra compañera más de viaje. Y mi mochila también sigue
un poco roída pero llena de ilusión, la misma de los comienzos y algunos miedos
más. Pero prevalecen ante todo las
ganasante el impulso intermitente de abandonar en días en los que todo sale
mal.
Hace falta creatividad,
mucho tesón, constancia, a veces cabezonería diría yo. Levantarse una y otra
vez, pedir ayuda y reconocer que no sabemos hacerlo todo. Y por supuesto, hay
que ir recargando la mochila cuando se vacíe de ilusión. Llenarla de pequeños
pasos siempre hacia adelante.
Emprender es de valientes. Y de
personas que quieren cambiar el mundo. Ah, no he comentado de qué trata mi
proyecto aún, ¿verdad?
Bueno, paciencia, todo a su debido tiempo…
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