EL TÍTULO
Lo más difícil al terminar de escribir una novela es escoger el título. Porque es casi imposible que en él se comprima la esencia de toda la historia, es muy difícil encontrar un título redondo y descriptivo. Y además, que sea atractivo para el futuro lector. Porque si no engancha, es posible que pase desapercibido. Y nada parece lo suficientemente bueno o ingenioso.
Por un lado,
debería ser coherente con el contenido del relato. No tiene que ser ni
demasiado corto ni demasiado largo. Tiene que ser inspirador, que pique la
curiosidad para empezar a leer la novela. Tiene que ser impactante, conseguir
que la gente se sienta identificada, conectar con él desde el primer momento. Y
no es sencillo reunir todos estos requisitos.
Hay títulos que
no tienen nada que ver con lo que su autor cuenta en la novela y el único
objetivo es llamar la atención. Que los lectores comiencen a leer al menos la
primera página.
Lo habitual es
comerse la cabeza dándole vueltas y más vueltas. Hasta creer encontrar el
título perfecto. Y cuando esto pasa, lo normal es descubrir con gran decepción
que ese título ya está registrado. ¡Ya existe! Es otra novela, o el título de
un blog, o de una película… Así que se vuelve de nuevo al punto de partida.
Hay escritores
que tienen pensado el título antes de empezar a escribir el libro. Luego, una
vez terminado puede que no tenga mucho sentido o que sea demasiado ambiguo
quizás, y no era eso lo que se pretendía mostrar.
Lo mejor es
pensar en el título al final de la novela, cuando se haya terminado de teclear
y de revisar la última palabra. Cuando la corrección ortográfica y de estilo
esté realizada y sólo falte registrar la novela y pensar en publicarla y
mostrarla al mundo. En ese momento, es mejor tomarse un tiempo para uno mismo. En
soledad. Para que las palabras reposen. Como quien ha terminado de crear algo
muy íntimo y que será solo suyo durante un breve periodo tiempo.
Y en esa soledad
seguro que aparece por fin, en la mente, en lo más profundo del corazón, el
título deseado.
En mi caso particular, yo he cambiado de idea varias veces, pero ya tengo mi título. Me siento aliviada y afortunada. Porque he conseguido terminar este proyecto tan personal para mí. Ya os seguiré hablando de ello en otros posts.
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