LA COMUNIDAD 1
LA COMUNIDAD (Primera parte)
“Hoy tocaba clase de relajación. Las nuevas
terapias traídas del otro lado estaban causando sensación en toda la Comunidad y yo estaba
deseando experimentarlas por mí misma.
Hacía
bastante frío. Por suerte, podíamos decidir si sentirlo o no.
En
nuestro mundo no existían los lugares
donde el viento te cortaba la cara y las manos, y en verano no se sudaba por
las altas temperaturas… No concebíamos lugar donde se sufriera por algo o por
todo continuamente.
En
la Comunidad donde nací, no había espacio para tales sensaciones. La vida era
mucho más fácil.
Nos
limitábamos a hacer en cada momento lo que nos apetecía. Absolutamente todo
estaba permitido y siempre éramos felices. O eso creíamos…
Y
si la más mínima sombra de temor o melancolía se asomaba a nuestros
pensamientos, sabíamos como eliminarla. Habíamos creado unas pastillas
“mágicas” que suprimían todo tipo de dolor (hasta el del alma).
Decidí ir con Bryan a la primera clase de
relajación de Miss Marlene. Por lo visto, en otras Comunidades, se habían
podido crear y controlar los sueños.
Miss Marlene había conseguido con su terapia decidir qué soñar y en qué
momento y transformar cada imagen de un sueño en algo tangible…parecía tan
interesante la idea, tan excitante.
Bryan
era distinto a los demás. A todos nosotros. Siempre estaba en contra de las
normas y no entendía nuestro modo de ver las cosas. Se empeñaba en cuestionarlo
todo y en querer sentir. Y lo peor de todo, le gustaba sentirse aislado y solo,
y defendía el hecho de pensar por uno mismo como si fuera el único sentido de
su vida.
Qué
pensamiento tan estúpido.
Ni
siquiera sé por qué decidí ir con él a la terapia de grupo. Quizás me atraía su
lado distinto. Se mostró muy sorprendido cuando le invité y no pude evitar
sonreír. Al fin y al cabo, el chico no estaba mal y podríamos pasar un buen
rato.
En
la Comunidad
todos éramos libres. Estaba mal visto que las relaciones entre nosotros fueran
duraderas y la promiscuidad era un principio. Así que nadie encontraría raro
que saliera una tarde con Bryan.
Lo
extraño fue lo que me sucedió.
Las
reglas dejaron de tener sentido.
Bryan
fue a buscarme puntualmente a las nueve de la noche. Sin saber el motivo,
estaba nerviosa. Al abrir la puerta y verle allí plantado con una rosa en la
mano y esa mirada…sentí algo que antes jamás experimenté: una sacudida en el
pecho. Un revoloteo en mi estómago y sin poder evitarlo, una sonrisa se posó en
mi cara.
No
quise darle importancia, pero no podía dejar de pensar en ello.
Tomamos
algo en la cafetería del hall antes de entrar a la sesión de Miss
Marlene y hablamos de casi todo. Su modo de mirar era transparente, casi dolía.
No estaba acostumbrada a que me trataran
así. Normalmente cuando salía con un
chico, sólo hablábamos de cosas banales y terminábamos en su cama o en la mía.
Era lo normal.
Pero Bryan no se comportaba como los demás,
me trataba con respeto y quería saber mi opinión sobre las cosas que sentía.
Él quería escapar de la Comunidad , no dejarse
llevar, conseguir las cosas con esfuerzo y que le valoraran. Quería vivir en
paz consigo mismo y rodeado de naturaleza. Poder respirar y ver las estrellas,
caminar entre el espeso bosque, bañarse desnudo en el mar, disfrutar de cada
amanecer…
Me
estremecía al escudarle.
Cuando me preguntó con qué soñaba yo, me
quedé en blanco. No tenía respuesta.
Nunca antes se habían interesado por mí.
Sonreí de nuevo, no podía dejar de hacerlo.
Hablamos
durante horas. Hasta olvidar la sesión de Miss Marlene.
Estábamos
tan a gusto que el tiempo se escurría entre las manos.
Estaba
deseando estar a solas con él, tanto que me sorprendió su negativa cuando le
invité a pasar a mi casa.
Allí
estábamos parados los dos frente a mi puerta. Veía en sus ojos que se moría por
entrar.
Su galantería me excitó aún más y en un
impulso nada propio de mí le abracé de pronto.
Él
me devolvió el abrazo. Me agarró con fuerza, como si fuera una roca en medio
del mar, la única tabla de salvación a la que aferrarse para salvar su vida.
Fue
un abrazo lleno de emoción, lleno de silencio, de sueños, de un futuro incierto
pero pleno…un abrazo que me dejó sin aliento y que me empezó a enamorar.
Nos
separamos el uno del otro muy lentamente. Sus ojos volvieron a clavarse en los
míos. Brillaban. Me decían tantas cosas…Las palabras sobraban.
Hablaban
nuestras miradas, nuestras manos, nuestra cara. Me susurró “buenas noches” al
oído y de forma inesperada me besó. Nos fundimos en un beso cálido y lleno de
deseo. Lleno de ternura.
Aquel
beso fue el comienzo.
Nos dimos cuenta de que “un mundo ideal” no
era aquel donde no estaba permitido ser uno mismo o tener ideologías. Un mundo
feliz sin lágrimas, sin deseos ni emociones, sin ganas de superarte y de querer
aprender y crecer…un mundo sin alma no
es un mundo perfecto.
Sin
saber dónde nos dirigíamos, con escaso equipaje, pero sintiéndonos los dueños
del universo. No sabíamos qué queríamos ni qué haríamos pero decidimos tomar
las riendas de nuestra vida…
…Y
no dejar nunca de besarnos, de pensar, de creer, de ilusionarnos por pequeñas
cosas, de bailar, de reír, de sufrir, de
crear fantasías…
No
imaginábamos que un mundo de emociones podía ser tan duro, no teníamos ni idea
de todos los problemas a los que tendríamos que enfrentarnos y lo que esos
problemas nos harían cambiar y madurar. Esa es otra historia…
Pero
corrimos el riesgo.
Lo
corrimos y ganamos, a nuestra manera. Porque sobre todo y por encima de todo,
decidimos no dejar de sentir y de abrirnos a ese otro mundo desconocido…”
En relación con el relato, os recomiendo un libro que para mí es un clásico del género fantástico y utópico. "Un mundo feliz" de Aldous Huxley es una de mis novelas preferidas y os la recomiendo a los que aún no habéis tenido oportunidad de leerla.
Me encanta, muy bien contado. Manuela Mendoza escribiendo género fantástico. ¡Quien lo diría! Sigue así, no cambies nunca.
ResponderEliminarMuchas gracias, me hace mucha ilusión tu comentario. Ya sabes que lo mío es escribir sobre las propias experiencias, pero de vez en cuando también me gusta inventar.
ResponderEliminarSi te ha gustado la historia, estáte atento que pronto vendrá la segunda parte.
Un abrazo, Alberto.