SEGUNDO ACTO
SEGUNDO ACTO
Estaba muy nerviosa.
Era la primera vez que me presentaba a un casting. Seguro que asistía mucha gente.
Conocía
mi texto a la perfección, lo había estudiado a conciencia, metiéndome en el
personaje, intentando ser el personaje, pensar y sentir como él. Me aislé del
mundo para conseguir este papel. Podría ser mi oportunidad.
La
noche antes, sentada en mi cama, estuve como tres horas divagando sobre la ropa
que me pondría. Saqué del armario mil vestidos y conjuntos diferentes y no
acabada de decidirme por nada. O iba demasiado formal o demasiado normal o
demasiado sosa. Había que llamar la atención desde el primer instante en que me
vieran. Mi forma de vestir también contaba. Después de darle mil vueltas,
decidí vestirme como la protagonista de mi texto, sería ella, Clara.
Clara no había tenido precisamente una vida color de rosa. Desde muy pequeña se vio obligada a cuidar de sus tres hermanos pequeños y cuando sus padres murieron, varios centros de acogida se hicieron cargo del resto de su familia. Ella era aún menor de edad cuando la echaron de su hogar y le arrebataron a sus hermanos. Se vio por primera vez sola en el mundo, sin nadie a quién cuidar y sin nadie que la cuidara.
Por
este y por otros muchos motivos, al final, terminó ejerciendo la prostitución
para poder sobrevivir, simplemente porque pensaba que no sabía hacer otra cosa.
Así que decidí ser ella desde que saliera por la puerta de mi casa.
Tampoco
es que en mi armario tuviera ropa adecuada pero se podía arreglar y acortar una
falda, pedir prestadas unas medias de rejilla y con unos taconazos transformarme en otra
persona totalmente distinta.
De
camino al casting, no pensé que todo el mundo se giraría para mirarme. Mi ropa
era bastante provocativa, mis labios demasiado rojos y mis piernas
exageradamente largas con aquella minifalda ridícula. Los tacones no me dejaban
dar más de tres pasos sin tropezar y entre los nervios y la cantidad de
maquillaje que llevaba en la cara no transmitía demasiada seguridad en mí
misma.
Me
paré frente a un escaparate y contemplé reflejada mi imagen. Realmente parecía
otra persona… Y fue en ese preciso instante cuando me dejé llevar.
Había
estudiado su vida, cómo era, cómo se movía, su silueta provocativa y a la vez
inocente que volvía locos a los hombres. Consciente de que estaba
desdoblándome, de que estaba dejando de ser yo, empecé a caminar con más
entereza. Para mi sorpresa, no me tropecé más veces y dejé de reparar en las
miradas de los demás para centrarme en todo lo que llevaba dentro.
Llegué
al lugar y a la hora indicada. Igual que unas trescientas chicas más. Algunas
más gruesas que yo, otras más delgadas o más altas y por supuesto, muchísimas
de ellas mucho más jóvenes y guapas. Si aquello fuera un pase de modelos estaba
claro que yo no sería la elegida.
Pero era una audición para una serie de televisión que se emitiría a nivel nacional. Buscaban a la actriz principal y sería un gran paso para darse a conocer. Yo llevaba mucho tiempo deseando ser actriz, pero jamás me lo tomé como algo serio. Pero cuando vi aquel casting y los requisitos, fue como recibir una señal.
Y allí
estaba yo, mordiéndome mis uñas color rosa fucsia y sintiendo de nuevo cómo me
miraba todo el mundo. Pero esta vez no intenté estirar mi falda hacia abajo,
simplemente crucé las piernas y saqué mi espejito del bolso para retocar mis
labios, más aún. Es lo que habría hecho
Clara.
Cerré
los ojos y respiré profundamente, intenté evadirme de todo ese ruido y ajetreo
de gente corriendo de aquí para allá y repasando sus guiones. Ya no había
vuelta atrás. Estaba allí y de allí no me iría sin hacer mi escena. Así de
sencillo. Pesara a quien pesara.
Mi momento estaba a punto de llegar…
(Fin
del Segundo acto)
Interesante principio del relato. ¿Cómo terminará? ¿Le concederán el papel?
ResponderEliminar