LA VIDA ES EFÍMERA
Érase una vez una tía normal...
(¡Vaya mierda de frase para comenzar una historia! Bueno, sigo que siempre le doy mil vueltas al comienzo y me lío)
Se llamaba...
(Ya estamos otra vez, ¿qué nombre le doy a la prota? Uno con gancho, como un personaje histórico o como una estrella de cine ¡Bah!, lo dejo para más tarde)
Nuestra protagonista tenía sueños muy reveladores. Rara era la noche que no soñaba. Y siempre se despertaba con la sensación de que sus sueños le querían decir algo.
(Ala, ya tengo el principio de la historia )
Un día, ella ( debo ponerle nombre ya, que sino no hay empatía por parte del lector...lo tengo, ¡Rita!, como la Hayworth) Un día, Rita se levantó sobresaltada con dos grandes gotas de sudor cayéndole por la frente. Casi siempre dormía en camisón ligero, aunque fuera pleno invierno.
El maldito climaterio hacía que por las noches los sofocos y los sudores se multiplicaran por mil.
(Sigo sin entender por qué la menopausia es un tema tabú para muchas mujeres, bueno, iré más al grano que al final acabo escribiendo la Biblia)
Rita cogió la libreta y el boli que dejaba en la mesilla y empezó a escribir como una posesa, con todo lujo de detalles, el sueño que había tenido: la asistencia a su propio funeral.
Al terminar su relato, lo resumió todo con una cita como hacía siempre. Pero esta vez la remarcó varias veces con su boli y en mayúsculas. Era el epitafio que vio sobre su tumba: LA VIDA ES EFÍMERA.
Saltó como un resorte de la cama y se dejó arrastrar por un impulso del que seguro se arrepentiría después. Se dirigió como cada día a la oficina, presentó su dimisión al jefe, se despidió de sus compañeros a los que dejó con los ojos como platos y se marchó de nuevo a casa.
Desafiando al miedo y derribando todas las barreras que ella misma se había puesto.
Esa misma tarde, se puso a actualizar su perfil en linkedIn. Empezaría a buscar curro de lo suyo: como redactora digital. O cuentista. O escritora. O storyteller. O guionista...
Aún no sabía que tendría que lidiar con una tal IA que anda presumiendo por ahí de que lo sabe todo.
Ya tendrá tiempo de encararse con ella.
Y colorín colorado...
(No sé si cambiar el final...No. Lo dejo así, que nunca está perfecto).
LA VIDA ES EFÍMERA
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