LA CREATIVIDAD EN MI VIDA
Me cuesta hablar de mí. Porque me da miedo resultar narcisista o poco objetiva. Pero debo confesar que hay una cosa que ha marcado mi personalidad desde muy pequeña: la creatividad en mi vida.
De niños es más fácil tener todo un
imaginario de sueños y de realidades paralelas motivadas por los cuentos que te
leen los padres antes de dormir, por las películas de fantasía donde los
animales hablan y sufren como cualquier mortal, por los juegos infantiles del
patio del colegio…
Al vivir en una burbuja donde aún no
está clara la realidad que nos rodea, todo está mezclado, un universo donde
todo es posible y donde acabas creyéndote lo que te cuentan porque no conoces
el significado de la palabra mentira. De niños creemos en los Reyes Magos, en
el ratoncito Pérez o el hada de los dientes, en Papá Noel y en príncipes y
princesas que viven en hermosos castillos. Y como no, también creemos en la
bruja mala o el Coco que vendrá a comernos si no nos dormimos por la noche. Pero
de mayores el cuento cambia, nunca mejor dicho. Aunque debo confesar que yo
siempre he dejado campar a sus anchas a mi niña interior, aunque fuera
caminando hacia la madurez. He seguido escuchándola y me he dado cuenta de que
la creatividad forma un papel importante en mi vida, está instalada en mí. Mi
forma de hacer las cosas y mis ganas de crear historias, ponían en evidencia
este hecho. Escuché una vez que para poder escribir sobre cosas interesantes
hay que vivir la vida, tener distintas experiencias que te den material para
saber expresarte, además de formarse y leer mucho. Así que a eso me he dedicado
toda la vida adulta, para luego poder plasmarlo en el papel. Realicé cursos de
escritura creativa, exponiendo mis textos a la opinión de otros expertos y de
escritores como yo, aprendiendo de todos ellos, poniéndome a prueba en
distintos concursos literarios… Y por supuesto, tuve mis experiencias.
En la universidad de Periodismo tuve la oportunidad de realizar un taller de radio, me pareció un medio alucinante y después me apunté a un máster de locución de radio para profundizar más. Produje mi propio programa de radio, preparé entrevistas y debates sobre temas de actualidad. Inventé el guion y los personajes de una radionovela, de esas que en los años cincuenta cuando aún no existía la televisión, mantenía enganchadas a la radio a millones de mujeres. Aprendí tanto que cuando terminó la universidad y empecé mi búsqueda de trabajo, grabé un videocurrículum como si fuese una presentadora de un famoso programa radiofónico. La imaginación otra vez estaba por ahí haciendo de las suyas.
Pero había que seguir
experimentando. Desde muy joven, se había instalado en mí un gusanillo que no
podía ignorar: la interpretación. Hice teatro amateur siendo adolescente, y formé parte de una compañía haciendo
teatro infantil durante un tiempo; pero me quedaba la espinita de dar un paso
más. Así que empecé a cursar diferentes talleres de interpretación:
microteatro, clown, improvisación… Paso a paso fui superando el miedo escénico
y las barreras que yo misma me imponía, porque siempre da miedo superar los
propios límites y saber hasta dónde puedes llegar. Pero me armé de valor, y
disfruté mucho del camino y de todos los actores y compañeros con los que fui
compartiendo escenario y magia. Al final, todo fue derivando hacia algo más
profesional, algo que estaba oculto en mí desde el principio. Crear, escribir,
interpretar y dirigir mi propia obra de teatro. Ya había escrito guiones para
cortometrajes y para diferentes proyectos teatrales, pero esta era mi
oportunidad para contar mi propia historia. El destino quiso que este sueño se
materializara junto a una antigua compañera con la que empecé hace muchos años
en una escuela de teatro del barrio, y también quiso que nuestro antiguo profesor nos asesorara en la
dirección de la obra. Nuestra obra Un escenario propio pudo representarse,
una obra que habla de los sueños y de las frustraciones de dos mujeres como
actrices, la primera obra que dirigía. Eso sí que fue toda una transformación
personal, aprendí y crecí mucho con el experimento. De hecho, esta función aún
no ha llegado a su acto final.
Después de mi sueño teatral, otro reto se presentó ante mí: ayudar a un escritor con la promoción de su primera novela. Realicé la corrección ortográfica y de estilo y organicé la presentación en público del libro, que tuvo lugar en el salón de actos de una biblioteca. Sé por propia experiencia lo difícil que es llegar a cerrar el círculo y lo fascinante, y a la vez agotador, de todo el proceso creativo. Así que pude experimentar de cerca el apasionante y a veces decepcionante mundo editorial, estar en contacto con el editor, pasar mis correcciones, redactar la contraportada... Lo preparé todo con mucho detalle y de forma muy personal, quería que ese evento fuera especial para todos pero sobre todo para el autor. Redacté las preguntas para la entrevista, dejé hablar al autor y que se explayara sobre la estructura narrativa y el origen de la historia, escogí cuidadosamente varios fragmentos de la novela para compartir con los asistentes. Elegimos la música más adecuada para acompañar a los textos que íbamos narrando entre los dos. Otra experiencia más.
En resumen, la creatividad en mi vida es una constante, es algo vital para mí. La creatividad y mi necesidad de experimentar cosas nuevas y escribir sobre ellas. Todo está interconectado y retroalimentándose para poder expresarme a través de los textos y de las palabras.
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