CINCO HORAS CON MARIO
Hace muchos años
que leí la novela de Miguel Delibes. Lectura obligada en el instituto, en
literatura. No tenía edad suficiente para entender a Carmen Sotillo ni el
alcance de sus palabras. Cinco horas con
Mario me ha marcado mucho tiempo después de aquella primera lectura. Como
tantas otras novelas que releí siendo adulta, con otra cultura y bagaje
literario. Con otras experiencias a las espaldas.
Y es una gozada
darse cuenta de haber descubierto a un genio. Cinco horas con Mario ha supuesto muchas cosas para mí. No sólo he
podido disfrutar de nuevo de su lectura y de la historia de Carmen, sino que he
podido ver a una gran actriz encarnar ese papel sobre un escenario. Se han
juntado dos de mis pasiones: literatura y teatro.
Una amiga me prestó
el libro de nuevo y cada vez que avanzaba en la lectura, iba alucinando con el hecho de que aquella
novela fuera escrita por un hombre. Por la manera tan peculiar de narrar las
experiencias de Carmen como mujer, por esa gran sensibilidad y a la vez cinismo
y sarcasmo tan bien escrito, tan sutil y certero al mismo tiempo. Es una
historia amarga, en realidad Carmen representa a un porcentaje muy alto de
mujeres, a aquellas que realmente no han sido felices en su matrimonio.
Aquellas que se conformaron con lo que tenían pero que todas las noches sobre
su cama, con la luz apagada y el marido durmiendo a su lado, soñaban grandes
cosas. Soñaban con vidas que serían las que tenían que haber vivido.
Carmen y Mario
encarnan a una pareja destinada desde el principio de su relación al fracaso, a
no entenderse. Venían de culturas distintas, de familias distintas, de clases
sociales muy diferentes. Tenían ideales y formas totalmente opuestas
de ver el mundo. Mario, catedrático dedicado a los libros, entendía la cultura
como base para el cambio social y personal del individuo.
Carmen, de
familia acomodada acostumbrada a lujos materiales, loca por las novelas
románticas, soñadora, heredera de una mentalidad machista y recta de
generaciones anteriores. Incapaz de cuestionar esa mentalidad ni de ver el
mundo a través de los ojos de su marido.
Sin embargo, los
dos se encuentran y deciden empezar una vida juntos. Y la forma de narrar ese
encuentro, el motivo por el que Carmen realmente se fija en Mario es
conmovedor, ella es capaz de sentir compasión por él. Siente que Mario la
necesita y se siente obligada a rescatarle de su mundo. Y al final, es ella
quien se encuentra atrapada en un mundo que no deseaba.
Risas, sarcasmo,
el reflejo de una sociedad oscura y llena de convencionalismos sociales. Idealismo contra materialismo, libertad contra opresión, amor contra conformismo.
Carmen tiene la
ocasión durante una noche entera de decirle a su marido todo lo que tiene
dentro, cómo se ha sentido durante la convivencia con él, lo que le hubiera gustado tener y que no
tuvo, a todo lo que tuvo que renunciar, secretos inconfesables, anécdotas…la
peculiaridad es que Mario ya no puede escucharla porque yace en paz en su
ataúd.
Lola Herrera ha interpretado al personaje de Carmen Sotillo
durante más de cuarenta años sobre los escenarios de toda España. He tenido la
oportunidad de verla sobre la escena reencarnar a Carmen y no he podido
sentirme más afortunada ni más feliz de presenciar un monólogo tan real, tan
nítido que en realidad me parecía confundir a la actriz con el personaje de
Delibes. Se había metido en su piel, se la había tragado y escupía sus palabras
por la boca. Aquellas palabras tan bien escritas y tan llenas de sarcasmo y
verdad. Enhorabuena a esa gran actriz que con sus ochenta y seis años brilla con luz propia interpretando este complejo papel. Y enhorabuena a Delibes por haber escrito una
obra maestra. Por reflejar la historia de uno de tantos pueblos de España en un momento tan difícil y duro como la dictadura.
Con este post
espero rendir un merecido homenaje a una de mis novelas favoritas, Cinco horas con Mario. La recomiendo
fervientemente a quiénes aún no hayan tenido la ocasión de leerla.
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