CUALQUIER TIEMPO PASADO...
Cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuando este dicho se cuele en
tu cabeza y empieces a recordar otra época de tu vida donde todo evocaba a la
felicidad, piensa que quizás te estés haciendo mayor. Yo recuerdo escuchar esta
frase a mis abuelos y a mis padres y ahora me sorprendo a mí misma pregonándola
a los cuatro vientos. Y lo peor de todo es que lo creo de verdad. A veces me
instalo en la nostalgia que me producen ciertos recuerdos de otras etapas, y
siento que cualquier tiempo pasado…
Esta
vez lo que me ha llevado a volver a recitar mi frase ha sido un hallazgo
inesperado. Lo descubrí por casualidad,
trasteando en un antiguo equipo de música que me regaló mi hermana. Observé al
limpiarlo que el viejo equipo tenía un módulo incorporado para poder escuchar
cintas de cassette. Pegué un grito de alegría. Llevaba años en casa con aquel
aparato pero desconocía que tuviera radio cassette.
De
pronto, miles de recuerdos se agolparon en mi cabeza y corrí a la estantería
del cuarto a revisar todas mis cintas que pensaba que jamás volvería a
escuchar. Así empezó mi viaje de vuelta a la adolescencia. Una sonrisa se dibujaba
en mi cara a medida que iba leyendo las carátulas, recordando una de las épocas
de mi vida donde me sentía más perdida. Unos años donde la música me acompañaba
siempre como mi fiel amiga. Donde todo era nuevo, donde la incertidumbre era
una constante. No sabía qué estudiaría, no sabía si el chico que me gustaba me
miraría algún día, no sabía si encontraría mi identidad…Lo único que sabía es
que cada día quería una cosa diferente, que me moría por cumplir muchos sueños
absurdos y otros propios de la edad. Quería volar, ir a miles de conciertos de
mis grupos favoritos. Quería ser cantante de un grupo de rock, quería ser
actriz, escritora de cuentos… De algún modo quería expresar la creatividad que
llevaba dentro, que se removía dentro de mí y que a veces no me dejaba
respirar.
Recuerdo
los momentos que pasaba escuchando música en mi viejo walkman color rojo. Eran
un tesoro para mí, esas horas con mi música favorita, donde solo yo tenía el
poder de decidir qué escuchar y donde decidía dejarme llevar. Muchas noches
calurosas de verano salía a la terraza de mi casa a altas horas de la
madrugada, y me sentaba en el suelo con mi música y mis cascos siempre en los
oídos. Solía sintonizar un programa de baladas heavys llamado Corazón
de la ciudad, me ayudaba a relajarme. Podía volar a lugares mágicos donde
podía ser yo misma y donde no había tantas preguntas sin respuestas. A veces,
grababa canciones directamente del programa, con otra radio que tenía de doble
pletina.
De
vuelta a mi estantería y a mis viejas cintas, sonreí al ver que había unas
cuantas cintas grabadas de Corazón de la
ciudad. Otros títulos que visualicé rápido: Cyndi Lauper, Bon Jovi, OBK, Mecano, Stryper, un grupo de rock
cristiano que me encantaba, Medina Azahara, Vixen… Empecé a escuchar alguna
de las cintas, nerviosa, para comprobar primero que el cassette funcionaba bien
y ese sonido irregular e imperfecto me trasladó de nuevo a aquellos
maravillosos años. Pero mi sorpresa y mi vuelta al pasado no acabó ahí, porque
el descubrimiento fue aún mayor cuando comprobé que muchas de las carátulas
estaban cambiadas y no correspondían los títulos con lo que había grabado en
ellas. Ahí sí que volví a otra vida. A otras vidas anteriores. Me escuché
grabando un programa radiofónico en el máster de radio que estudié después de
la carrera, escuché la entrevista que hice a un jugador de fútbol durante una
práctica de periodismo, y me escuché a mí misma y a mi primer novio hablando y
riendo una tarde en el parque del pueblo de mis padres. Escuché mi voz y mi yo
de dieciséis años… ¡DIOS! Casi me da un vuelco el corazón. Por volver a mi
primer amor, por escuchar a la niña que fui, por comprobar que sigo teniendo la
misma risa y casi los mismos sueños…
Mis cintas de cassette me han llevado a la adolescencia, a mis viejos sueños, me han llevado a la nostalgia, a un pasado que no puede recuperarse. Pero también me han permitido bucear por tantos recuerdos que formarán siempre parte de mí. Hasta me han llevado a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor.
¿O no?
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