CUARENTA Y NUEVE VALORES

En nuestra vida diaria apenas tenemos tiempo para respirar. Vamos de un lado a otro sin parar, sin apreciar lo que nos rodea y sin ser conscientes de pequeñas cosas que suceden a nuestro alrededor.

Lo que todos necesitaríamos en un momento dado sería pararnos a pensar, alejarnos del estrés diario y buscar un rincón para reflexionar sobre algunas cuestiones claves para seguir adelante, para saber si estamos actuando de acuerdo a nuestros principios y a nosotros mismos, a lo que somos.

   …Mi rincón estaría en un parque al aire libre, apartado del ruido y del ajetreo de la ciudad. Un enorme parque, con muchos árboles, olor hierba recién cortada, pájaros cantando sobre mi cabeza y un lago tranquilo donde pueda ver el reflejo de las nubes.

Me tumbaría sobre la hierba y cerraría los ojos dejando mi mente en blanco. Respiraría hondo, sería plenamente consciente de todo lo que me rodea, y solo entonces, podré estar tranquila conmigo misma y relajarme de verdad.

En esos momentos, seguro que podría plantearme muchas cosas, tocaría con mis pies descalzos la hierba, dejaría que la paz me invadiera. Y cuando los problemas diarios y las preocupaciones que siempre están en mi cabeza me dieran un respiro, podría plantearme si realmente estoy siendo fiel a mí misma.

Dicen que en la vida hay cuarenta y nueve valores que pueden determinar nuestra personalidad y nuestra forma de ver el mundo.

Entre ellos están los siguientes: valentía, vitalidad, sinceridad, amistad, amor, armonía interior, autoconfianza, belleza, aventura, crecimiento personal, ambición, amabilidad, altruismo, alegría, gratitud, generosidad, igualdad, flexibilidad, tolerancia, responsabilidad, diversión, entusiasmo, justicia, limpieza, integridad, libertad…

 Hice el difícil ejercicio de reflexionar sobre cada uno de estos valores, intenté averiguar cuáles eran los que eran más importantes para mí, los que no dejaría nunca que se fueran de mi vida porque me hacen ser tal como soy. Llegué a resumir en una lista los diez principales valores y luego reduje esa lista a cinco. Un ejercicio aparentemente tan sencillo no lo fue en absoluto.

Porque te das cuenta de que muchos de esos valores son ideales, utopías. Que por más que quieras que formen parte de ti no tenemos tiempo de llevarlos a cabo, e incluso, a veces, es necesario violarlos y ser hipócritas en muchas ocasiones para poder sobrevivir, para poder seguir manteniendo tu puesto de trabajo o para seguir perteneciendo a un grupo de amigos…hay miles de motivos y de situaciones reales en las que lamentablemente no podemos llevar a cabo muchos de esos valores.

Pero estoy segura de que si dispusiera de tiempo para poder tumbarme sobre el césped de mi lago imaginario, si existiera tiempo para reflexionar de verdad, tendríamos una visión de la vida distinta. Entenderíamos que no necesitamos tantas cosas como creemos, sabríamos vivir de acuerdo a valores reales.

El mundo que nos rodea no nos deja ser como realmente queremos ser. E intentarlo supone un esfuerzo continuo y agotador.  A pesar de todo, es bonito luchar contra todo y contra todos para seguir viviendo de acuerdo a unos principios inamovibles a pesar de las circunstancias.

Yo he llegado a una simple conclusión: HAY QUE SER FIEL A UNO MISMO. Es lo más preciado que tenemos, lo que realmente somos y lo que nadie nos podrá quitar jamás pase lo que pase. Lo que nadie nos podrá comprar jamás ni con todo el dinero del mundo es nuestra personalidad, nuestras creencias y valores.

He descubierto que merece la pena ser fiel a ellos, porque ellos determinan lo que soy, quién soy. Y recostada frente a mi lago, con el sonido de los pájaros sobre mi cabeza…todo vuelve a tener sentido, todo empieza a cobrar forma. Y de pronto, sin presiones ni agobios, aparecen en mi mente, sobre el cielo azul, los cinco valores más importantes para mí, los que forman parte de mí desde siempre y a los que jamás voy a renunciar ni traicionar.

¿Habéis pensado alguna vez cuáles son los cinco valores prioritarios en vuestras vidas por los que merece la pena luchar? Hacerlo en un lugar apartado del mundo, y descubriréis muchas cosas de vosotros mismos.