HÉCTOR II

HÉCTOR (II) Ocho años pueden pasar muy rápido o por el contrario pueden ser una tortura. En mi caso, tuve que crecer y madurar a marchas forzadas y tuve que pensar cómo quería que fuera el resto de mi vida cuando todavía era un niño. A medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de que las cosas no iban a cambiar. Elana y Eloísa me absorbían cada vez más y ellas jamás se ponían en mi lugar ni me trataban como a un niño normal. La rivalidad entre ellas era tan grande que llegaban a intimidarme. A cambio de que le preparara una merienda especial o de que le diera un largo masaje por su arrugada espalda, Elana me “chantajeaba” ofreciéndome algo de dinero. Por su parte, Eloísa, me dejaba quedarme con las vueltas de las compras a las que me mandaba; siempre y cuando procurara estar más tiempo a su lado. Las dos luchaban por mi atención como si se tratara de alguna especie de extraño concurso que quisieran ganar. Muy poco a poco, igual que u...